Un joven de unos 18 años entra en el baño de su casa. Ahí se está duchando un hombre. Moreno. Maduro. Guapisimo. Le dobla la edad. Hay confianza. No hay nadie más en el departamento, así que el guapo de la ducha ni había puesto el cerrojo ni echado las cortinas. Su cuerpo es todo un espectáculo para el otro. Muere de deseo al ver como se acaricia el pecho, como se le mueven los genitales. No lo puede ocultar. Le encanta ese hombre. Su deseo es tan evidente que parece imposible que el otro no se dé cuenta. El hombre siente la caliente mirada del chico sobre su cuerpo pero no piensa nada malo. Cree que debe ser simple curiosidad de la edad, ganas de comparar. Le sonríe con cariño.
--¿qué haces? Ni que me estuvieras espiando...
Al chico le da un infarto.
--¿como crees? ¡¡eres mi tio¡ ¿¿como crees que voy a querer verle las bolas a mi propio tio? ¿¿que clase de persona seria?
El chico lo dice casi escandalizado para que no se le nota la fuerte atracción que siente hacia él. El hombre sonríe. Le hace gracia que se lo haya tomado mal. Le sonríe.
--ya sé... era una broma. No te ofendas...
el chico enloquece viendo como por el cuerpo de su atractivo tio desliza jabón. Como él se toca las piernas, los genitales. Se estremece. No cree poder controlarse.
--¿y te vas a quedar todo el dia mirando o tienes algo que decirme? --le pregunta el otro divertido.
El chico está como hechizado:
--¿David estás bien?
David tiene miedo que su tio sospeche, pero Salvador se muestra amable. No le da importancia.
--¿necesitas algo?
A David le cuesta hablar. No puede dejar de mirar los genitales de su tío. Como le gustaría lanzarse sobre él. Está muy excitado. Muy cachondo y eso le anima a dar comienzo a la conversa que quiere tener con el hombre.
--Salva ¿te puedo preguntar algo o estás muy cansado?
Nunca lo llama tío sino por su nombre. Le va bien que sea su tío porque viven juntos pero le atormenta recordarlo. Para David Salvador no es su tio. Es un hombre que le gusta y mucho.
--Ya sabes que sí, siempre tengo tiempo para ti. --Salvador con cariño.
David está contento. Le excita poder hablar con el atractivo hombre de cualquier cosa. Sabe que Salvador lo quiere mucho y no pierde la esperanza que se deje llevar por él, que lo complazca en lo que desea. David balbucea. No sabe cómo comenzar así que Salvador ya sabe lo que le quiere preguntar.
--¿me quieres hablar de sexo no? dale... arranca... di lo que quieras...
Salvador derrocha amabilidad, simpatía, cariño. David quisiera desnudarse, meterse en la ducha y decir que lo quiere a él. Salvador sonríe. Empieza a aclarar su cuerpo. Desliza su mano por su fornido torso, sus genitales. El jabón comienza a deslizar por esas partes. Escucha a su sobrino con atención.
--¡quiero estrenarme¡ ¡¡no quiero ser virgen¡ ¿¿cómo le hago?
Salvador cierra el grifo.
--pasame la toalla.
Sonríe con cariño. Mientras seca su cuerpazo le dice a su sobrino:
--no tengas prisa. Cada uno tiene que seguir su ritmo. No hay reglas para el sexo. La primera vez llega siempre, no te desesperes. No hay edad para dejar de ser virgen, no hay que estrenarse porqué sí. Hay que hacerlo bien para no correr riesgos.
--Si alguien conocido se quisiera acostar conmigo...
David está muy ansioso. Sabe lo qué quiere y sigue por ese camino pero Salvador ni se lo imagina.
--si, está claro.
Salvador tira la toalla. Pone los pies en ella al salir de la bañera. David queda frente a él. Salvador le pone la mano en los hombros. Es muy fraternal con él:
--pero eso tiene que venir solo...
--¿y tú no me podrías hacer el favor?
David está que casi le da algo.
--¿Yo? ¿es que te quieres acostar conmigo? --Salvador divertido.
Los dos hablan en plan de broma pero es lo que quisiera David .
--bueno. No es lo que yo había pensando... pero nadie mejor que tú para enseñarme... --David con cara de depravado.
Salvador le guiña el ojo divertido. Le sonríe. No dice nada. Se lo ha tomado a broma. Se va secando y a David le vuelve loco ver la trompa de su tío en movimiento pero no tiene suerte. Su tío no le dice lo que él espera. Le gustaría poder seducirlo.
--si ya has acabado... ¿me puedo duchar yo, no?
--si claro...
A David le gustaría que su tío le pasara como a él, que no pudiera resistirse a su cuerpo desnudo pero él sí se animara a lanzarse. Y en todo caso esas paredes aún huelen a Salvador y le excita ducharse inmediatamente después que él. David se muestra desnudo ante su tío.
--¿puede ser?... No, es imposible --dice David para sí.
Le ha parecido que su tío le miraba las bolas, que estaba impresionado. David comienza a ducharse. Salvador lo mira de reojo. Le gusta la desnudez de su sobrino.
--pero ¿¿qué haces? es tu sobrino... --se dice así mismo Salvador.
Se reprocha el que esté viendo a su sobrino como hombre. Es joven, tierno pero muy atractivo. El saberlo virgen aún lo hace más irresistible. Le excita la idea de ser él quien lo profane, quien lo estrene y a la vez eso le quema por dentro.
--Es el hijo de tu hermano... es el hijo de tu hermano... es incluso menor que tu propio hijo --no deja de repetirse para sus adentros.
No quiere mirar pero no puede dejar de hacerlo. David se sorprende:
--¿me mira de reojo?¿está sofocado? ¿puedo estar equivocado? --se va preguntando.
David ha sentido el deseo de su tío
--¿porqué no se lanza? --piensa David .
Los dos están bastantes excitados. David mira a su tío con descaro. Ahora no le importa que se dé cuenta que lo desea. Salvador está mirando de reojo. Cree que las miradas de David se deben a qué su sobrino está sorprendido por como lo mira y eso lo preocupa. Le da horror pensar que su sobrino lo vea excitado.
--Es curioso la complicidad tan especial que ha habído entre nosotros... pese a que no llevamos la misma sangre... --dice David .
En ese momento David le ha querido recordar a su tío que él (David ) es adoptado por si eso es lo que lo retiene a no meterse en la ducha con él y hacerle el amor. Salvador responde un sí muy sofocado. Su herramienta sexual se está levantado.
--No, eso sí que no... --se va diciendo ante una inminente erección.
Se moriría de la pena si su sobrino lo viera excitado por él. Se cubre con la toalla.
--bueno, te dejo ducharte tranquilo...
--No, si no me molestas...
Pero Salvador sale nervioso. David salta contento.
--¡le gusto¡ ¡¡le gusto¡ A Salva le gusto...
No entiende porqué lo rechaza pero viviendo juntos es sólo cuestión de tiempo. David está apunto de explotar. Se relaja manualmente pensando en la desnudez de su tío. Salvador entra en su habitación y se tumba en la cama atormentado.
--¿¿qué me está pasando?
Desde que se mudó meses atrás a casa de su hermano ha visto desnudo a David muchas veces pero siempre lo veía como un niño. No sabe en qué momento eso ha cambiado pero ahora lo ha visto como un hombre.
--¡esto es muy fuerte¡
Pese a la ducha está muy sofocado. El que sea adoptado no quita las cosas.
--Es el hijo de mi hermano... No le puedo hacer eso... Bernardo me mataría...
Salvador se mira al espejo.
--No es nada... No te pasa nada que un buen polvo no pueda solucionar...
De la misma manera que David se desahoga así mismo. Salvador necesita su propio desahoga. Hace una llamada.
--necesito verte... ahora...
El otro recibe la llamada encantado.
--te espero...
Al cabo de un rato, Salvador está fornicando salvajemente con un guapo hombre. David entra en el cuarto y se sorprende al no encontrar a su tío. Le excita ver sus calzoncillos sucios. Los agarra. Siente deseos de olerlos. No se da cuenta que alguien ha llegado.
--hijo ¿qué haces?
David se asusta ante la presencia de su padre.
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