TIOS BUENORROS

TIOS BUENORROS

martes, 16 de febrero de 2010

Capitulo 20






Salvador se sienta al lado de David en la cama. Lo desea pero hace que sus sentimientos de tío lo dominen, habla en un tono paternal para marcar las distancias. Le pone la mano en el muslo. Siente el deseo de David. Salvador lucha contra sus propios sentimientos, aunque vibra por estar tocando a su guapísimo sobrino hace el esfuerzo de tragarse sus sentimientos. Trasmite a David sentimientos de padre y eso angustia al muchacho. Le duele la supuesta frialdad de Salvador.
--Creí que ya habías entendido que yo soy tu tío y que jamás habrá nada entre nosotros. David, es mejor que te busques otro de quien enamorarte.
David se levanta. Está muy herido. Le duele el desprecio de su tío, su indiferencia. Se ha cansado de tratar de hacer sentir a su tío lo mucho que lo ama y decide jugar al mismo juego, al del sobrino. Se levanta de la cama, mira a Salvador como si hubiera dicho una tontería.
--Tú estás flipao… ¿¿cómo voy a sentir algo por ti?
Salvador ve tan convencido a David que cree que se lo ha imaginado todo, que David no lo ve como hombre.
--ah ¿no?
David le sonríe a Salvador. Esa sonrisa lo derrite a Salvador pero lo desconcierta porque no ve deseo, David lo trata con el afecto al que trataría a su tío.
--¡¡Eres mi tío¡ ¿¿cómo voy a sentir algo por ti? ¡sería un enfermo¡ --dice David como si estuviera escandalizado.
Salvador se levanta aturdido. Se lleva las manos a la cabeza.
--¡me vas a volver loco¡
--Yo no sé qué mierda tienes en la cabeza pero yo estoy muy feliz con mi novio…
Salvador se da la vuelta. No entiende el cambio de actitud de su guapísimo sobrino y piensa en la posibilidad que se lo haya imaginado todo. Trata de ir recordando todo lo que ha ido pasando en las últimas semanas para convencerse que no ha sido un invento suyo que David lo ama. El chico tiembla de deseo, arde al estar cerca de su tío. Le mira el trasero con mirada libidinosa, babea por él pero la rabia que siente hacia él por su supuesta infidelidad es lo que le hace tragarse su amor, su deseo.
--Yo estoy muy enamorado de Humberto, para mí no hay otro.
Salvador se gira en ese momento.
--¡Eso sí que no, dime que no sabes amar, que te gustan todo pero Humberto es uno más¡
David sabe que la mejor manera de desarmar a su tío es haciéndole creer que ama a otro, que le será fiel, que no piensa en los demás. Le da rabia que Salvador no crea en él.
--Me ha costado encontrar a mi amor pero lo he encontrado. Con Humberto no necesito más, soy yo y aunque él me dejara no volvería a estar con otro.
Aunque se dice así mismo que es lo mejor, que David debe amar a otro, es algo que le duele mucho. No quiere aceptar el amor su sobrino hacia Humberto.
--Eso será hasta que cualquier guapo que veas haga que se te caigan los calzoncillos…
--Eso no será así, lo juro.
David juega al hombrecito maduro que sabe lo que quiere, que defiende su amor.
--Cree lo que quieras, Humberto y yo sabemos que nos amamos. Confiamos mucho el uno en el otro.
David no es capaz de fingir más y sale de la habitación, se va al baño. Llora frente al espejo.
--¿¿porqué no me puede amar como lo amo yo?
Se lleva la mano al pecho, siente que se ahoga. El amor que siente hacia su tío lo está quemando. Le gusta el sexo, le gusta acostarse con todos los hombres guapos que ve pero tiene claro una cosa:
--Por Salvador lo dejaría todo. A él le sería fiel hasta la muerte.
Golpea la pared frustrado.
Mientras Salvador se ha quedado en la habitación de su sobrino. Se le escapa una lágrima.


*colaboración especial de Cullen Jones (el negro que ve David sin camisa)

Al día siguiente, David sale de la escuela. Va hacia su casa. Hace calor. En una plaza se encuentra un hombre negro sentado en un banco con el torso desnudo. A David se le van los ojos hacia él.
--¡pedazo de negrazo¡ --dice para así
David mira al negro, que no lleva camisa, con cara de degenerado.
--¡oxigeno, necesito oxígeno¡ --dice para sí.
David no tiene que pasar por su lado pero lo hace para verlo bien. Se derrite. Esos pezones:
--¡que gordos y sabrosos¡ --dice para sí.
Ese torso fornido, se depila pero le está saliendo el vello. A David se le salen los ojos. Empieza a dar vueltas.
--¡tiene que ser mío¡ ¡¡tiene que ser mío¡ --dice para sí.
Empieza a dar vueltas, lo ve hablando solo.
--¿es un loco? –piensa.
Eso lo asusta un poco.
--Yo mejor me voy… --dice para sí.
Ve que se acerca otro negro, muy guapo también. Es el mismo negro por el que Emilio se sintió flechazo. Mira a David y dice:
--¿te vas? ¿no te quedas con nosotros?
David se queda parado, tiembla. El negrazo sin camisa se levanta y se acerca a David que está al borde de un infarto.
--ven con nosotros… Te la pasarás bien…
David no se desmaya de milagro. Salvador, desde su auto, los ve irse. La mirada de los 3 no deja lugar a dudas. Le dan celos que David esté con esos hombres pero a la vez le tranquiliza darse cuenta que no ama a Humberto, que es uno más.

Después de clase, Emilio pasa un rato por la piscina. Es la mejor manera de encontrar un chico guapo desnudo.
--¡espero que tenga suerte¡ --dice para sí.
No nada mucho. En seguida ve como un chico moreno guapísimo, de rasgos árabes, sale. Emilio queda, una vez más, deslumbrado.
--¡Este no me lo pierdo¡
Va detrás del chico.
--ojalá se meta en las duchas colectivas.
Emilio está muy excitado, se imagina al chico desnudo y es algo que le gusta mucho.
--¡Ver a esa maravilla desnudo será una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida¡
El chico guapo se queda en la individual y eso apena a Emilio:
--igual en algún momento se tendrá que desnudar…
Emilio Nicolás lo ha visto entrar sólo con toalla y bañador.
--Lo veré mejor en los vestuarios…
Así que Emilio se dispone a tomar una ducha tranquilamente pero está atento a cuando sale el otro chico. No tarda en pasar envuelto en una toalla y Emilio detrás de él como un rayo. Emilio va a las taquillas para buscar su ropa pero se le atasca la llave. No puede abrirla.
--¡que mala suerte¡ --piensa.
Emilio está desesperado por el espectáculo que se está perdiendo y porque se imagina yendo a su casa en bolas. Está desesperado. No sabe qué hacer. Un hombre lo ayuda:
--¿te has fijado que no te hayas equivocado de número?
Emilio se quiere morir, sí eso era todo.
--¡Esto ha sido un castigo por depravado¡ --dice Emilio para sí.
El guapo árabe ha ido hasta el último vestuario para que nadie lo moleste. No imagina que ya alguien se ha fijado en él. Emilio lo busca en todos los vestuarios. Ya sabía que yo llegaría a tiempo de verlo desnudo. No lleva camisa, los pantalones le quedan caídos y se le ven los calzoncillos, color azul..
--algo es algo –dice Emilio resignado.
Le gusta mucho el tierno pecho del chico. Muy delgadito, no musculoso pero le encanta
--habría sido una delicia verlo desnudo pero… ni modo –piensa.
Igual lo gusta lo que ve, no es normal para él compartir un momento así con un chico guapo. Ve como se pone el desodorante, no tiene mucho vello en las axilas.

Mientras David está en el cielo. Ahogado por la gran verga del negrazo que lo ha seducido. Se la está tragando . Disfruta por el agotador esfuerzo. La verga del negro es gigantesca y David se la tragando entera. Está excitado. El negro le tiene agarrado de la cabeza y se la empuja con violentos movimientos para asegurarse que se la traga toda. David le va retorciendo los testículos. El negro con los ojos cerrados disfruta mucho. En los momentos que David no puede más, ya que meterse algo tan gigantesco en la boca le cuesta, el negro lo va animando. Jadeando le dice:
--chupa…venga sigue, vamos continuo chico lo haces muy bien
El otro (el que le gustó a Emilio) lo está penetrando a David , le da fuerte haciendo gritar de dolor y placer. David siente que se rompe por dentro pero le encanta.

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